Desde el balcón de la histórica ex Sociedad Extranjera, en San Martín 1.151, una mega pelota naranja cítrica -obra del Proyecto Foco, un concurso que año tras año propone mirar lo de siempre con ojos nuevos- anuncia que esta edición de Casa DAR no es igual a las anteriores. Esa esfera vibrante se combina con la intervención de la fachada realizada por CB Developers, desarrolladora inmobiliaria que vuelve a decir presente en el evento y que este año además diseñó el deck frente al ingreso.
Ese espacio de bienvenida genera un diálogo entre arquitectura, arte e historia antes de cruzar la puerta. La vereda también suma propuestas: un food truck genera un punto de encuentro y pausa para los visitantes. Ya desde afuera se percibe la intención de la muestra: integrar el diseño a la vida cotidiana y abrir el espacio al barrio.
La casa elegida este año parecía condenada por su deterioro. Sin embargo, ese inmueble patrimonial revive bajo una nueva luz. “Empezamos a buscar la propiedad en diciembre. Recién en junio conseguimos este lugar, estaba muy dañada, sobre todo la planta baja”, recordó Omar Farhat, diseñador y organizador general de la muestra. “Firmamos en julio y tuvimos apenas 40 días de obra. Hubo que hacer mucho trabajo que no se ve: baños públicos, instalaciones nuevas, un ascensor para garantizar accesibilidad... Fue una carrera contra el tiempo”, expresó a LA GACETA.
Fundada en 1999, esta es la undécima edición de Casa DAR, que volvió para consolidarse como la muestra de interiorismo, arquitectura y paisajismo más grande del NOA. Este año reúne 33 espacios intervenidos por estudios de Tucumán, Salta, Santiago del Estero, Córdoba y Buenos Aires. El público ya lo percibe: la vara en la provincia está alta.
Adentro, cada sala es un universo distinto: patios verdes con sonidos de selva, alfombras circulares que suavizan esquinas, texturas naturales que sorprenden al tacto, colores terracota y rojos profundos que dialogan con la penumbra. La escalera central se convierte en poesía pintada, uniendo pisos como eje emocional.
“Las circulaciones de este inmueble son muy complicadas -cuenta Farhat-. Para llegar a los jardines había que atravesar ocho espacios. A veces un expositor estaba pintando y detrás pasaba otro con un árbol enorme. Fue complejo, pero con mucha voluntad lo logramos. Lo que me sorprende es el nivel alcanzado: se usaron texturas y materiales propios del norte, sin perder nuestra identidad. Eso es lo que nos diferencia: no copiamos cocinas de Milán, hacemos diseño con raíces”.
La inauguración fue un anticipo de lo que vendría: la calle cortada, la entrega de premios y la presencia de siete jurados de Buenos Aires -“muy prestigiosos, a los que les costó decidir por el alto nivel de las propuestas”, explicó- confirmaron la dimensión de la muestra. “Esto recién comienza, tenemos hasta el 12 de octubre para disfrutarla”, subrayó Farhat. Durante esas semanas habrá un ciclo de charlas y conferencias con estudios de Buenos Aires y empresas que llegarán a Tucumán. “Nos interesa captar y capacitar a estudiantes de diseño y de arquitectura”, añadió.
La historia de Casa DAR se siente en cada rincón. “En 1999 hicimos la primera edición, apadrinados por Alfredo Fellinger, un gran diseñador de Buenos Aires. En ese momento llamar a un interiorista era casi impensado en Tucumán. Hoy, después de tantas ediciones, nadie duda del valor que el diseño aporta a una casa”, reflexionó el organizador.
El presente entusiasma, pero también hay lugar para soñar. “Mi lugar soñado es el Hotel Savoy, donde funcionaba el viejo Casino. Es estratégico para la ciudad, una maravilla cerrada hace años. Me encantaría poder reciclarlo y volverlo a la vida”, confesó. Mientras tanto, celebró que este año la entrada sea solidaria: a beneficio del FAI, como antes lo fue de la Fundación de Ayuda al Niño Necesitado. “Hay mucha necesidad y creemos que es importante colaborar”, remarcó.
Casa DAR estará abierta de miércoles a viernes, de 17 a 23, y los fines de semana desde las 15. Es una oportunidad para recorrer un universo donde diseño, arquitectura, arte y paisajismo se entrelazan con identidad norteña.
Cocina núcleo y café en el baño
En el espacio 16, “Tati” Farías y Benjamín Acuña crearon una cocina que rompió esquemas y se llevó el 2º premio en Arquitectura y Diseño Interior. “No es la típica cocina con alacenas. Te invita a nuclearte: quien cocina, quien está en la barra y quien come comparten el mismo perímetro. La circulación es continua”, explicó Farías. “Esta cocina puede ir en cualquier vivienda; no depende de una ventana ni de un muro específico. Puede funcionar en una casa de Tafí, de Raco, donde sea”, expresó “Tati”.
En el espacio 11, TreD Estudio de Arquitectura (Agustín López Ríos y Facundo Mendonça) junto a Benito Santos sorprendieron con un café Take Away en un sitio impensado: los antiguos baños (foto). “Nos animamos a transformarlos en una cápsula moderna. Dejamos la pared vieja a la vista y la resaltamos con luz difusa, para contrastar lo antiguo con lo contemporáneo”, explicó López Ríos. El proyecto completó el podio. “Participar ya era ganar, porque el nivel que hay en Tucumán es altísimo. El tercer premio fue inesperado, pero confirma que un espacio pequeño también puede generar impacto”, destacó.
Paisajismo
El ingeniero agrónomo paisajista Silvio Ovejero se llevó el primer premio de paisajismo Granola con Latencio, un jardín conceptual. “Quería que se sienta la resiliencia, lo que permanece a pesar del tiempo. Usamos hongos que descomponen lo muerto para darle vida, como metáfora de la transformación”, explicó.
El recorrido comienza con un pasillo de piedra, sigue con especies fósiles y aromáticas, y culmina en un espejo negro que refleja tanto al visitante como a las plantas quemadas y vivas. En el centro, la obra Corazón de Roca, de Guillermo Rodríguez, late como símbolo de resistencia. “Este proyecto nació al ver bosques patagónicos quemados. Quise traer esa metáfora: de la devastación también puede nacer vida”, resumió Ovejero.
Arquitectura y diseño interior
El CENIT Lounge & Restó del espacio 24, creado por Magni Demaría Arquitectura y Construcción, se convirtió en el gran punto de encuentro de la muestra. El proyecto, que obtuvo el primer premio en Arquitectura y Diseño Interior, propuso un restaurante y bar en funcionamiento durante toda la exposición. “La premisa era que primero puedas tomar una copa y después pasar a la mesa. Queríamos que fuera un espacio de disfrute”, contó la arquitecta “Luli” Magni. Con luz difusa, una malla que despega el techo y una atmósfera cálida, lograron que un ambiente difícil se transformara en experiencia sensorial. El jurado destacó el hecho de que fuera un espacio utilitario. “Parece un restaurante que lleva años funcionando, pero lo armamos en un mes”, remarcó Magni. La propuesta se completó con la gastronomía de Jorge Ruiz, de Don Ruiz, junto a Fabric y Olga.